Voltear la arepa. Es lo que ha hecho Gustavo Petro al proponer una consulta popular para sacar adelante la reforma laboral que le negó el Congreso de la República. Si Petro se hubiera cruzado de manos ante la decisión de ocho senadores de la Comisión Séptima del Senado de archivar su proyecto de reforma, habría quedado muy mal parado frente a las organizaciones sindicales del país y frente a millones de trabajadores.
Alfonso López Michelsen y María Elena de Crovo son dos personajes que han rondado mi memoria, insistentemente, en estos meses de grandes dificultades para las reformas sociales que ha intentado el gobierno de Petro. Pensaba que al primer presidente de izquierda le podría ocurrir lo mismo que a López hace cincuenta años.
López llegó a la presidencia en 1974 con la promesa de enterrar el Frente Nacional entre liberales y conservadores y producir grandes cambios sociales, entre ellos una transformación de las relaciones laborales. Fracasó en los dos propósitos y ese fracaso desató una oleada de movilizaciones y protestas que tuvo su punto más alto en el Paro Cívico Nacional de 1977.
María Elena de Crovo, su ministra del trabajo, era la muestra de que López tenía el firme propósito de llevar a cabo las reformas. Una mujer rebelde que abandonó el camino religioso y se vinculó al Comité de Resistencia Liberal contra el gobierno de Laureano Gómez en 1953; que fue a la cárcel por su aventura; que, luego, se enroló en el Movimiento Revolucionario Liberal [MRL], la fuerza con la que López se opuso al Frente Nacional y le amargó la vida a la dirigencia del país apoyando tempranamente la revolución cubana.
Una Periodista y aguerrida parlamentaria, que fácilmente se metía en las parrandas a cantar rancheras y bambucos al lado de la gente del común y en esos tiempos donde la mujer poco contaba se ganó un puesto en la política colombiana.
La señora de Crovo estuvo en el gobierno hasta el año 1976, cuando ya se veía que las reformas prometidas no iban para ningún lado. La decepción fue tal que un año después estalló el movimiento social más poderoso del siglo XX; y las guerrillas, que eran fuerzas marginales, ancladas en la periferia rural del país, saltaron al mundo urbano y se convirtieron en protagonistas de la política nacional.
Las élites políticas doblaron entonces la apuesta y catapultaron a Julio Cesar Turbay Ayala a la presidencia. Era el más oscuro, el más clientelista y uno de los más derechistas en sus filas y con él dieron un salto las mafias del narcotráfico y se desataron los militares y entonces el país entró en un espiral de violencias del cual no hemos podido salir.
No sé a quién se le ocurrió la idea de la consulta, pero, sin duda, fue un gran cabezazo. Con esa propuesta el gobierno le dio vuelta a la situación. Encontró una manera de poner el fracaso en los hombros de la oposición. Con esta decisión estrechó aún más los lazos con las fuerzas sindicales. Las marchas del primero de mayo fueron la primera muestra de la certeza de la propuesta, en Bogotá y en todas las ciudades del país se congregaron una multitud de personas para apoyar la consulta popular.
También en los primeros sondeos de opinión hay un abierto espaldarazo a la consulta y la favorabilidad del presidente ha crecido varios puntos. Cifras y Conceptos publicó una encuesta este 5 de mayo y en ella la consulta popular aparece con un respaldo del 57% y más del ochenta por ciento de los encuestados afirma que votará sí en la consulta; por otro lado, la favorabilidad del presidente aparece con un 45%, nada mal para un mandatario que ya atravesó la mitad de su periodo y afronta no pocas dificultades.
Los ocho senadores, que de manera arbitraria archivaron una reforma que ya había sido bastante moderada en la concertación realizada en la cámara de representantes, mostraron una extraña insensibilidad al clamor que se expresó en el estallido social de abril de 2021 y a los resultados electorales de 2022.
No sé si la plenaria del Senado, en cabeza de Efraín Cepeda, se atreva a negarle el aval a la consulta, pero lo que sé de cierto es que Petro gana con cara y con sello en esta disputa. Cualquiera sea el resultado, los trabajadores del país sentirán que, al contrario de López, se la jugó toda para sacar adelante las reformas en medio de la grave e insensata hostilidad de la oposición